Este es el primer post de una serie de tres partes sobre mi camino personal desde el autodescubrimiento hasta la acción. Cada publicación aborda un aspecto esencial de este viaje transformador. No te lo pierdas. #AutoDescubrimiento #Aceptación #Acción
El viaje de autodescubrimiento es un proceso que requiere valentía, vulnerabilidad y disposición. Para mí, este viaje ha sido una experiencia transformadora marcada por momentos de introspección. Enfrentándome al espejo, apreciando tanto mi belleza como mi dolor, reconociendo mis traumas y mis heridas—como la falta de validación que experimente en la infancia y su impacto en mi presente. Ha sido revelador descubrir mis rincones más profundos. Pero el autodescubrimiento también se ha tratado de reclamar mi poder y reconocer que tengo la capacidad de crear y recrear mi propia narrativa. Ha sido un camino de sanación y crecimiento, donde aprendo a abrazar mi totalidad y amarme incondicionalmente.
Explorando las sombras
El autodescubrimiento a menudo nos lleva a confrontar los rincones más oscuros de nuestro ser. En este camino me topé con un espacio dentro de mí, donde me maltrataba con un diálogo interno tóxico y pensamientos negativos. Esta negatividad incluso se manifestó en mis interacciones con los demás, revelando duras verdades sobre mi adicción al autoabuso, la sobre exigencia y las reacciones explosivas; reacciones que también revelaron mi lucha por saber cómo amar y amarme. A pesar de mi capacidad para crear hermosos poemas cargados de emoción, me encontré atrapada en un mundo de odio e irrespeto.
El concepto de no saber cómo amar fue doloroso de comprender. Yo soy amor, eso es lo que algún tipo de ser mágico susurra en mi oído: “Tú eres amor”. Sin embargo, me di cuenta de que estaba amando a mis seres queridos de todas las maneras incorrectas. Mi “amor” les estaba alejando de mí. Viví una experiencia agonizante, tratando de armar un rompecabezas donde la imagen completa —el amor— era correcta, pero las piezas estaban mezcladas con las de otros rompecabezas.
Me volví consciente de que mi Gina niña, llena de energía, ansiosa por expresar sus sentimientos, abierta al mundo, descuidada y libre, lista para abrazar, besar, acariciar y escuchar “te amo” cien veces al día, no recibía el tipo de amor que deseaba. Carecía de las validaciones que vienen con palabras de afirmación y reconocimiento. Pero entendí también que esto no fue culpa de nadie; mis padres estaban viviendo sus vidas, haciendo lo mejor que podían, creando una familia, luchando por la libertad, trabajando y esforzándose, lidiando con sus propios demonios. Aun así, ella sintió falta de cariño, y eso es parte de mi realidad.
Sanación a través de la conciencia
Mi exploración interna me llevo a detener mi autoabuso y maltrato. Implicó transformar mi crítico interno tóxico en una voz amorosa, solidaria y compasiva. También requirió aceptar mi propia valía; abrazarme sin resistencia. Significó permitir que las palabras de reconocimiento, amor y belleza penetraran cada fibra de mi ser.
Como parte de mi sanación, aprendí a reconocerme y a declarar en el espejo: “Soy suficiente. He hecho lo suficiente. Poseo suficiente conocimiento y capacidad. Soy inteligente, brillante y una profesional capaz. Soy una mujer bonita, divertida e interesante. Soy una madre cariñosa, amorosa y solidaria. Soy una esposa dedicada, apasionada e involucrada. Soy una escritora verdaderamente talentosa. Soy un ser humano increíble, capaz de cualquier cosa”.
Acepté la negligencia que sufrí y aprendí lo que eso significo. Reconocer que la mera palabra existía como parte de mi pasado me motivo a investigar sobre el descuido infantil, aunque tuve miedo de profundizar en este tema porque significaba que mis padres hicieron algo mal, y ¿quién soy yo para acusarlos de tal cosa? Aprendí lo que significa hoy para mí haber sido desatendida cuando niña, y ahora es mi responsabilidad amar y darle a mi niña interior el tipo de amor que se merece.
Abrazando el Autodescubrimiento
El autodescubrimiento es, sin duda, un desafío. El despertar de la conciencia y la iluminación espiritual demandan aceptación, comprensión y práctica. Sin embargo, este camino representa el futuro; ¿por qué seguir viviendo en las sombras? Pronto comencé a ver mi reflejo por todas partes, sonriendo ante lo que descubría. Verme constantemente me llevó a interactuar conmigo misma de manera natural.
Una metáfora para el viaje del Autodescubrimiento
Un día me encontré una caja. Cuando la abrí, solo percibí su oscuridad. Me sentí como al final de un camino, sin senderos ni personas a la vista. Sola con mi caja misteriosa, cuestioné su propósito en mi vida y me sumergí en sus profundidades. Ahí encontré miedos y monstruos. Me vi en medio del caos y recuerdos, desafíos y ansiedades. Como es mi naturaleza, me dediqué a ordenar el desorden y en los pasillos de la memoria encontré historias y conocimientos. Cada día, la caja estaba un poco más limpia. Me enfoqué en iluminar mi caja aún más, transformando los miedos y monstruos en compañeros amigables. A medida que profundizaba, encontré rincones oscuros donde reinaba el caos. Con el tiempo, la caja se iluminó y se organizó, aunque su contenido permanecía igual. Continúo explorando mi caja. Cada vez que emerjo de ella, traigo su luz conmigo, iluminándome con el resplandor de mi propio descubrimiento.
No te pierdas las otras dos partes de esta serie: El poder de la aceptación y De la conciencia a la acción.
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